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La descripción de Tediópolis no puede ser más aburrida y monótona: un país cuya moneda es el
tostón, el clima habitual es el predominantemente nublado, el símbolo nacional es el caracol, la
bebida más famosa es la tediocola (bebida aún más insípida e incolora que el agua), los alumnos
estudian Historia del Silencio en el colegio y un libro titulado Vida y experiencias de una ostra, y el
único canal de televisión que existe es Matraca TV, destinado, cómo no, a aburrir al personal. A
nivel cultural se puede visitar el Museo Nacional de Arte Aburrido, principal atracción para quien
quiera hacer turismo. Para colmo, el gobernante se llama Tedi Osho IV. En resumen, todo está
concebido para aburrirse y bostezar muchísimo, constantemente. Lo que está prohibido en
Tediópolis es la risa, bajo pena de cárcel, y todo lo que tenga que ver con la diversión.

En medio de este aburrido y soporífero contexto, encontramos a los protagonistas de esta historia:
tres niños llamados Julio, Salomón y Alba. Los tres son unos apasionados de las ciencias y les
gusta crear ingeniosos inventos, como un perro mecánico con forma de buzón llamado Box, o
unos divertidos moscones metálicos. Esta extraordinaria habilidad de los tres niños, unida a las
ganas de acabar con el régimen del tremendamente aburrido Tedi Osho IV, hará que funden el
Club Edison, para tratar de reinstaurar de una vez por todas la diversión y la alegría. Además, un
personaje fundamental es el bibliotecario don Fede Erratas, quien ayudará a los niños en su
secreta misión.

Los autores David Lozano y Diego Chozas eligen el humor para hablarnos de una divertida
distopía donde las llamadas soporpatrullas vigilan constantemente las calles de la capital de
Tediópolis en busca del menor atisbo de diversión, y las cámaras que hay por toda la ciudad
hacen pensar en una especie de Gran Hermano orwelliano a la caza y captura de risas,
carcajadas, juegos o sonrisas. El Fantasmatrón acierta en este sentido ofreciendo una sátira de
una sociedad donde lo triste ha vencido a lo alegre, y en el que los niños que se acerquen a leerlo
aprenderán el valor de la imaginación y la felicidad, para no olvidar ese mensaje cuando sean
mayores.

El libro está destinado a la franja de edad de 9 a 11 años y su ágil estilo hace que se lea con
facilidad. Además, incluye unas divertidas y fantásticas ilustraciones de María Pareja, las cuales
describen la mayoría de situaciones y consiguen que les pongamos cara a los divertidos
personajes. La edición de El Barco de Vapor, además, incluye al final del libro un pequeño manual
para construir una brújula casera, consiguiendo así que el pequeño lector se sienta como un
verdadero miembro del Club Edison.

El Fantasmatrón es la primera aventura de la serie “El Club Edison”, la cual estamos convencidos
de que contará con un gran éxito. De momento los niños y niñas pueden disfrutar de este primer
volumen que encontrarán en la sala infantil de sus bibliotecas.