Puente de Segovia
El puente en pie más antiguo de la ciudad. Su construcción data de 1584, fecha en que el arquitecto Juan de Herrera, por mandato de Felipe II, finalizara las obras.
Y todavía hoy sigue prestando servicio para cruzar el río Manzanares a miles de peatones y vehículos que transitan cada día sobre sus arcos.
Madrid era entonces una pequeña villa, pero cobró más relevancia cuando Felipe II, en 1561, ordenó trasladar aquí su corte. Desde entonces es capital del reino. Por todo eso Madrid necesitaba mejorar sus comunicaciones con la construcción de un puente que fuera ancho, sólido, duradero y comunicara la ciudad con las poblaciones situadas al norte. Una de esas poblaciones era Segovia, de ahí el nombre del puente.
A mediados del siglo XVII, bajo el reinado de Felipe IV, la superficie del puente tuvo que ser reformada. Posteriormente sería objeto de otras obras de mejora realizadas por, Pedro de Ribera en 1721 y Ventura Rodríguez en 1775, entre otros.
En el siglo XX, durante la Guerra Civil, el puente fue totalmente destruido para evitar el avance de las tropas franquistas. Finalizado el conflicto, fue reconstruido y ampliado, por lo que hoy tenemos un paso más ancho de 31 metros y una estructura más embellecida y señorial que en su origen.
Posteriormente se vio afectado por la M-30, tanto por su construcción en la década de 70, como por su soterramiento entre 2004 y 2007.
Catalogado como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento desde 1996, hoy el Puente de Segovia disfruta de un entorno más agradable rodeándose de fuentes, estanques y jardines dentro parque Madrid Río.
El Puente de Segovia está formado por nueve ojos, rematados por arcos de medio punto. Entre los arcos existen unas piezas en forma de medio cono llamadas tajamares que tienen la función de repartir las aguas hacia los lados y evitar la erosión de los pilares. Está construido con sillares de granito o piedra berroqueña. Su cornisa se embellece con una moldura y unas bolas de granito, con estilo renacentista.