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Ciudad Lineal: escenario literario del crimen

El barrio de Ciudad Lineal, elemento fundamental en la novela El Chalet de las Rosas, de Ramón Gómez de la Serna

Lo que sí notó es que todos señalaban aquella casa, en especial entre los hoteles de alrededor, y que todos venían siguiendo una vereda que acababa en ella. “Parece enteramente”, pensó él, “que les atrae el olor del cadáver que ha sido enterrado fuera del cementerio … Parece que vienen a ver esa casa del crimen de que les han hablado los periódicos”. (El Chalet de las Rosas, p. 92).

El Chalet de las Rosas (1923) es el relato más próximo al género de la novela criminal de Ramón Gómez de la Serna. El escritor publicó dieciocho novelas largas y más de cuarenta reunidas en volúmenes, además de las aparecidas en diarios y revistas y de los cuentos. 

El espacio geográfico colabora decisivamente en la creación de los enigmáticos crímenes de la novela, es decir, básicamente, la Ciudad Lineal. Es el escenario donde se mueve el protagonista, Roberto, un asesino en serie de mujeres.  

El Chalet de las Rosas comparte rasgos característicos de sus novelas como es el marco espacial madrileño. La acción que se desarrolla en estos espacios se ajusta al modelo de la novela policíaca o de misterio. Ahora, el marco espacial corresponde al barrio de Ciudad Lineal. Ramón Gómez de la Serna muestra en un primer momento una actitud favorable al proyecto de Arturo Soria: 

“Antes de que llegue el terremoto -no seáis estúpidos y suicidas- hay que construir una extensa ciudad lineal de casas bajas y pequeñas, en las llanuras marginales de la ciudad antigua que va a caer”.  

La Ciudad Lineal es la ciudad ideal creada por el escritor, industrial y hombre de ciencia Arturo Soria y Mata (1844-1920) como alternativa a la ciudad del s. XIX, como movimiento de renovación que buscaba acercar la ciudad al campo dentro de un esquema racional que permitiría gozar de las ventajas de los dos medios: el rural y el urbano. En 1923 la Ciudad Lineal se consolidaba y albergaba a una clase media de profesionales que participaban de las ideas progresistas de sus promotores.

Sin embargo, unos años más tarde, la Ciudad Lineal presenta, ante los ojos de Ramón, unos perfiles menos luminosos, unos contornos más oscuros. Ello es debido, más que a una nueva actitud del autor hacia ese barrio madrileño, al deseo de presentar un paisaje suburbano prácticamente deshabitado donde se pueda cometer con más impunidad el crimen. “La impunidad se podría llamar mi chalet”, exclama don Roberto casi al comienzo de la narración. 

El cambio de impresión en Gómez de la Serna también se debió a que el proyecto quedó estancado. La crisis que afectó a muchos trabajadores españoles durante la I Guerra Mundial y la muerte de Arturo Soria dejaron en suspenso su proyecto, que acabaría por rematar la Guerra Civil. 

“La tristeza de la Ciudad Lineal era la tristeza de una de esas ruinas nuevas, es decir, ruinas de una casa que no se pudo acabar en un paisaje suburbano y deshabitado. Ciudad Lineal tenía ese aspecto de cementerio de vivos, de falsa ciudad jardín y de auténtica ciudad panteón que le caracteriza. Todas las casas parecían venderse en vano. En ninguna ventana había luz.” (El Chalet de las Rosas, Ramón Gómez de la Serna, 1923) 

En la novela, Roberto Gascón -el héroe de El Chalet- confiesa a última hora sus crímenes y se encuentran los restos de varias mujeres que visitaron su casa aunque el autor deja indicios de que las muertas pudieron ser más. “El lector halla en sus páginas incoherencias premeditadas, olvidos, confusiones, sospechas, es decir, un laberinto que responde a la naturaleza de la modernidad, y todo ello sin que el escritor proporcione una salida fiable, más que nada porque el narrador es el principal cómplice del asesino. De ahí la vigencia de El Chalet de las Rosas, un relato interactivo en el que el lector se ve involucrado y termina por ser el detective definitivo en busca de la verdad. La complejidad de este artefacto urbano y vanguardista descansa sobre la figura de Roberto Gascón. Él es una criatura singular entre los personajes ramonianos: le caracterizan la cortesía, la voluptuosidad, la pereza y el que se trate de un hombre de acción y de negocios, componentes que ayudan a explicar sus andanzas de ladrón y homicida sensual. Es un eficaz seductor y matador de mujeres pero no tan hábil al querer ocultar las pruebas del delito […]  

Para sugerir una hipótesis de localización del hotelito de don Roberto, contamos con el testimonio de Fernando Rojas en la primera parte. Él quiere situarse acerca de la ubicación de la casa en la Ciudad Lineal, mientras que el asesino intenta despistarle: "-¿Así que esto cae al lado del Teatro, sino que un poco apartado de la línea general? ( ... ) -No, -replicó súbito don Roberto, esto cae mucho más abajo, a un paso de las Ventas"; y es que existió el Teatro de Ciudad Lineal ( 1906- 1922) por lo que el Chalet de las Rosas pudo ser ideado por el escritor entre los actuales Barrio Blanco y Barrio del Salvador”. (Serrano Asenjo) 

Con sus habituales cambios de humor, también con respecto al proyecto de Arturo Soria, Ramón Gómez de la Serna escribió "ciudad de geómetros, de aburridos de la vida, de suicidios ... de los que buscan un rincón en que acabar su fracaso o su tesis".  La Ciudad Lineal en aquel tiempo era un lugar algo solitario pues la población solía ser temporal y se hallaba dispersa. La construcción lenta de los barrios y el alumbrado pobre de luces amarillentas fue, tal vez, lo que decidió a Ramón Gómez de la Serna a elegir la Ciudad Lineal como el marco del crimen, el lugar del delito, el chalé y su jardín. El barrio poco poblado y aislado iban a facilitar los crímenes de Roberto Gascón: 

 "El silencio al margen de una gran ciudad (...) es el silencio en que se agacha y se oculta todo lo malo de la gran ciudad. Hay meditaciones de crimen en ese silencio arrabalero".  

Una vez cometido el crimen también el entorno se mimetiza: 

 "Con cada crimen se encalma la naturaleza. El paisaje de Ciudad Lineal se sentía automnecer con el nuevo crimen"; conectada la naturaleza en Ciudad Lineal a la muerte y al crimen. Así Roberto Gascón, el protagonista, siente que se paseaba por un campo lleno de cadáveres enterrados y todas las piedras eran como “nudillos de muerto” pero “el cielo, sobre todo, estaba tan limpio, que parecía absolverle” (p. 117).  

“Lo que individualiza a la novela El Chalet de las Rosas en esa vertiente destacada de la escritura ramoniana es que […] termina por importar menos el crimen real que los crímenes posibles de los que se habla en el proceso. Tales sospechas convierten lo que hubiera podido ser una mera novela de misterio en un documento inapreciable sobre las fronteras de la realidad y el factor subjetivo que entraña, […]. Por eso mismo, el lector de El Chalet de las Rosas debe saber que se adentra en un callejón sin salida, en el que por fuerza ha de perderse; a cambio, durante unas páginas podrá disfrazarse de investigador privado a través de las soledades de una ciudad ideal” (Serrano Asenjo). 

Se quiso incorporar a la edificación de la Ciudad Lineal todo el repertorio de las formas ornamentales de la historia de la arquitectura y se solicitó la participación de todas las clases sociales para que los arquitectos más sabios construyeran tanto casas cómodas como baratas, de habitaciones bien distribuidas, y que los arquitectos-artistas edificaran con belleza, elegancia y buen gusto. Entre todos la Ciudad Lineal llegaría a ser una hermosa ciudad de calles amplias con bonitos hotelitos o “chalets” que reproducían los estilos arquitectónicos desde el historicista-regionalista hasta el modernista de volúmenes limpios, claros y sencillos. 

Arturo Soria pensó en una utopía: la Ciudad Lineal terminaría prácticamente con todas las lacras de la sociedad. Al desaparecer la delincuencia no haría falta la policía, se resolverían los problemas sociales y la mortalidad descendería. Junto a la utopía es justo reconocer también el realismo y la verdad que albergaban muchas de sus ideas como una mayor higiene, la disminución de probabilidades de propagación de incendios, la alimentación más sana y barata (“en 1911, medio litro de leche costaba en la Ciudad Lineal 25 céntimos, mientras que en Madrid eran 40 céntimos”, P. Navascués). 

El poeta Miguel Hernández también supo intuir las ventajas de la nueva ciudad. Estuvo en la Ciudad Lineal en las Navidades de 1936 y el 22 de diciembre envió una carta a su novia Josefina Manresa: [Ciudad Lineal] “un pueblecito a las afueras de Madrid”, escribe. Piensa que es un sitio tranquilo para tener una casa para los dos y donde no había peligro de bombardeos. Miguel Hernández estaba encuadrado en la primera compañía del Cuartel General de Caballería que en aquellas fechas se encontraba de descanso en un chalé de la Ciudad Lineal. Al mando del batallón estaba Valentín González “El Campesino”.En su texto La ciudad lineal: el nacimiento de una revista, Miguel Ángel Maure Rubio cuenta que la revista La Ciudad Lineal apareció en 1897 —tres años después de la conferencia de Soria en el Ateneo—. Desde el primer número aparecen reflejadas las preocupaciones de la época: “la higiene, los problemas de transporte, el abastecimiento de aguas, los temas de ingeniería, los ferrocarriles, la electricidad, los avances en los materiales y los sistemas de construcción.”  

Villa El Castillo (1925), c/ Ascao, 49 (barrio Pueblo Nuevo). Hoy: Colegio Infantil María Inmaculada.

El lema de la Compañía Madrileña de Urbanización, sociedad promotora de la Ciudad Lineal de Arturo Soria, era: “Para cada familia una casa, en cada casa una huerta y un jardín". Básicamente las construcciones de las casas se componían de tres tipos: Hotel de Lujo, Hotel Burgués y Casa de Obrero. Hoy día, la mayoría de casas obreras han desaparecido, conservándose mayormente algunos hotelitos y palacetes y bastante abandonados.  

Uno de estos hoteles se construyó muy cerca de la Biblioteca Pablo Neruda: la Villa El Castillo, hoy día reconvertido en el Colegio María Inmaculada. Se dice que su propietario fue un marqués y que en la villa murieron sus hijas cuyas pertenencias se encontraron en el sótano… ¿otra novela de misterio en Ciudad Lineal? 

Bibliografía:

 

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