'Perfect days' de Wim Wenders
Casi cuatro décadas después de seguir los pasos de Yasujiro Ozu en el documental Tokyo-Ga, Wenders regresa a la capital japonesa para realizar su mejor largometraje narrativo en muchos años. Enriquecida con un vívido sentido del lugar, Perfect Days se inspira en la palabra japonesa komorebi, que describe el juego brillante de luz y sombras a través de las hojas de un árbol, por lo que cada movimiento es único.
Wim Wenders, que siempre ha disfrutado de poderoso sentido visual, fotografía Tokio de forma sensible, sublime, recuperando en imágenes una cultura y filosofía nipona basada en la tradición, el equilibrio emocional, el sosiego y en el amor al trabajo, aunque este sea el de limpiar los aseos de los parques públicos de Tokio. En la película parece que nada pasa, pero la acción sucede en las emociones más íntimas, breves, sentidas, disponiendo el director de Koji Yakusho, un actor brillante que desprende magnetismo en cada escena y con relativamente pocas palabras abre un pozo inagotable de sentimientos.
En torno a ese modesto florecimiento de su naturaleza, Wenders ha elaborado una película de engañosa simplicidad, observando los minúsculos detalles de una existencia rutinaria con tanta claridad, emotividad y empatía que construyen un poder emocional acumulativo casi sin que uno se dé cuenta.
Aunque se trate de una película plenamente japonesa, es modesta, minimalista, silenciosa, con un tono de cine sensible, pero balsámico, esencialmente humano.