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Mr. Tamburino es el sobrenombre escogido por un chaval de diez años.
En estas páginas iremos conociendo su mundo personal, a su familia. Un padre con rollo y a veces capullo; una madre joven, guapa y llena de vida; su única hermana muy protectora y la persona que mejor huele del mundo. También a su amigo Elvis, de ojos verdes, pero del color de las actrices, no de los gatos y a su hermana Claudia, habladora, mandona y resabidilla, vecinos del mismo edificio y compañeros del colegio.
La acción transcurre durante unos meses del curso escolar, decisivos para su vida porque abandonará la infancia que conocía hasta entonces.
Experimenta sus primeros encuentros eróticos: “A mí si me preguntan, diré que me pasaron cosas que no sabía explicar y sentimientos a los que no sabía poner nombre e hice algo que simplemente no sabía si era bueno o malo”.
El tono de la historia es hilarante. Descacharrante la impotencia que siente Mr. Tamburino para interpretar la vida en general y la lógica ingeniosa, a la vez que ingenua, con la que intenta comprender sus circunstancias familiares, las relaciones y la sociedad.
Conocerá la existencia no solo del juego, la amistad y el amor, también de la muerte, el abuso y la violencia.
Dejará de ser niño y nos quedaremos con la herida de su soledad.