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A finales del siglo XIX, una serie de asesinatos en el barrio de Whitechapel, en el East End londinense, conmocionaron a la sociedad victoriana. Estos crímenes resultaron en el caso de asesino en serie más famoso de la historia: el de Jack el Destripador.

El título del cómic hace referencia a una de las cartas, supuestamente enviadas por Jack el Destripador, de las que se hicieron eco tanto la prensa como la policía durante el transcurso de los asesinatos de Whitechapel. La carta, que llegó acompañada de medio riñón, iba dirigida a George Lusk, el que fuera presidente del comité de vigilancia de Whitechapel, y tenía como encabezamiento la frase “From Hell”, y cerraba con un provocador “Catch me when you can” (Atrapadme cuando podáis).

Alan Moore concibió la idea del comic en 1988 y  no fue hasta 1993 que se publicó el primer número. Partiendo de una minuciosa investigación y documentación del mito de Jack el Destripador, Alan Moore ofrece un meticuloso retrato de la sociedad victoriana a la vez que desarrolla una explicación al caso del mencionado asesino. La base sobre la que Moore construye su historia es la teoría del británico Stephen Knight, el cual relaciona los asesinatos con una compleja trama que involucra a la familia de la reina Victoria, pues uno de sus nietos se habría visto envuelto en un escándalo relacionado con una pastelera de la zona con la cual se casaría en secreto y tendría un hijo. 

Se trata de una obra densa y extensa. Está dividida en 16 partes (en algunas ocasiones se la denomina From Hell: un melodrama en 16 partes), conformadas por 14 capítulos, un prólogo y un epílogo. Durante el prólogo se lleva a cabo una esplendida presentación del personaje central, Gull, un médico y profesor de anatomía y fisionomía que existió realmente. Durante el grueso de la obra, los 14 capítulos, se desarrolla la idea central que Alan Moore pretende plasmar: el origen de todo mal del siglo XX se encuentra en el siglo XIX, en la década de 1880 para ser exactos.

Alan Moore, de marcadas ideas anarquistas, elabora una intrincada crítica al sistema: la monarquía, la masonería, la prostitución, la explotación obrera, el éxodo rural y, en general, las desigualdades fruto de la Revolución Industrial. Por otro lado, también efectúa una crítica hacia la prensa en general y a la llamada “prensa amarilla”; ante la multitud de acontecimientos ocurridos, la desmesurada actividad informativa no hacía sino dificultar la labor policial.

En cuanto al dibujo de Eddie Campbell, si bien no podemos hablar de un dibujo de carácter feísta, si que no resulta, al menos a primera vista, un apartado artístico que busque plasmar bellamente lo narrado. En ocasiones se trata de un trazo emborronado, garabateado, incluso, pero otras veces, como en el caso de las caras de los personajes o en la representación de algunos edificios londinenses, el trazo es limpio y detallado.

Estamos ante una de las grandes obras maestras de la historia del cómic.