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II residencias artísticas de Living Museum Madrid

Érase una vez un grupo cuya fuerza no era una comunión de estilo: ni creaban bajo la misma temática, ni su técnica era similar. Prácticamente no se conocían antes del encuentro de otoño en el que coincidieron por primera vez. Reunidas en círculo, las personas presentes se observaron con genuina curiosidad. La diversidad era evidente en sus edades, trayectorias, procedencias e identidades. Cada persona enseñaba una pequeña muestra de su creación y así fue cómo surgió la magia.

A lo largo del año, cada miércoles, hacen del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque un espacio de expresión en comunidad. No se juzgan ni hay jerarquías, simplemente existe la posibilidad de crear desde la autenticidad. En esta unión de universos, como en los ecotonos, surgen zonas de transición natural que interactúan, se integran y, en esa confluencia, reside su mayor riqueza.

En cada microcosmos personal hay algo común con lo que se identifican. Sí, hay algo de cada persona en lo que crean las demás. Cada artista con su propia personalidad, pero con un ADN común. En cada persona existe sufrimiento, sí, pero también lucha. Lucha por formar parte, por pertenecer. No ansían el entendimiento externo, quieren más bien entender.

La generación del 25, nombre con el que se identifican cariñosamente, celebra la potencia de la diversidad como forma de resistencia y encuentro. Frente a la homogeneidad de lo normativo, esta exposición propone una mirada múltiple, íntima y colectiva que recuerda que esa diversidad, lejos de dividir, nos une como seres vivos.