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El protagonista de esta novela es Emeca, un niño de 12 años, que vive en la selva con su tribu. Los madereros han llegado a esta parte de la selva buscando madera. Ante la presencia de los madereros, algunos exploradores de la tribu vigilan su rutina y observan cómo los hombres con sus motosierras cortan indiscriminadamente los árboles de la selva.  

Los bakayas temen que los madereros los descubran. Se reúnen en asamblea para debatir si continúan viviendo en su aldea o se marchan a otro lugar de la selva donde construir un nuevo poblado.  Ante una decisión tan difícil, los bakayas realizan un ritual para que los espíritus de sus antepasados les aconsejen.  El ritual dura varios días y lo llevan a cabo varios ancianos de la tribu. Los espíritus de sus ancestros les aconsejan que deben marcharse y alejarse lo más posible de los madereros.  

La novela nos revela la forma de vida de los pigmeos en la selva. Los niños bakayas aprenden que la diosa Komba creó el mundo para que habiten en él todas las criaturas. Los adultos bakayas creen que todos los seres del mundo tienen su espíritu, los animales, los árboles, el viento, las nubes… Y por supuesto, creen que el espíritu de sus antepasados sigue presente en la selva para protegerlos.  

Los bakayas comen juntos, debaten en asamblea todos los asuntos de la comunidad y los rituales y la música están muy presentes en su comunidad. Viven en la selva adaptándose a los diferentes cambios que se producen.  Durante la temporada seca exploran la selva y cazan; mientras que la temporada de lluvias la pasan dentro de sus chozas. Antes de que llegue la temporada de lluvias, estos arreglan sus casas con hojas de tayingo impermeables; y toda la comunidad participa en los trabajos colectivos necesarios para vivir sin salir de sus chozas durante varios meses.  

Es una novela interesante para conocer cómo viven los pigmeos en la selva y para crear conciencia en los jóvenes lectores sobre la necesidad de proteger los bosques.