La danza contemporánea en espacios no convencionales afianza su lugar en las bibliotecas
Por segundo año la Biblioteca Iván de Vargas apuesta por la danza contemporánea dentro de sus instalaciones, ofreciendo al público esta disciplina artística que, a menudo, se ve eclipsada por otras artes en espacios públicos.
La danza en espacios no convencionales pretende acercar este arte al público saliendo de sus circuitos habituales. Sin escenario, sin luces y sin escenografía esta corriente artística cuestiona el papel de las artes escénicas en sí mismas, apartándolas de su espacio tradicional.
Una de sus pioneras fue Trisha Brown (1936-2017), coreógrafa y bailarina estadounidense que desafió las formas y los espacios convencionales al llevar la danza a museos y galerías, cambiando para siempre esta disciplina escénica. A nivel europeo es ya relativamente habitual encontrar danza invadiendo el espacio de museos e instituciones públicas. Tenemos el ejemplo en la compañía de Sasha Waltz (1963), coreógrafa, bailarina y directora alemana que lleva más de tres décadas planteando este tipo de intervenciones del espacio. En la película Dialogue 09, grabada en el Neues Museum de Berlín, la danza se hibrida con la arquitectura y el cine para dar lugar a, como su propio nombre indica, un diálogo, un diálogo sobre la danza en sí misma, un diálogo con el público y con las otras artes. Incluso en los circuitos musicales mainstream, como atestigua el videoclip de Beyoncé y Jay Z, Apeshit, grabado en el Museo del Louvre de París, la danza en espacios no convencionales ha llegado a las instituciones para quedarse.

El cuerpo de baile precisa de adaptarse al entorno, a la disposición del mobiliario y a la audiencia. Es un momento para la transgresión, experimentación y liberalización de la danza, que hace que la proximidad al público provoque cambios en la propia concepción del espectáculo y en el lenguaje del movimiento, rompiendo la cuarta pared.
En el caso de la biblioteca Iván de Vargas, fue el espacio y la arquitectura la que nos invitó a experimentar con este lenguaje, pocas veces visto dentro de la biblioteca. A través de sinergias colaboramos con el Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya, con el que realizamos una actuación anual para celebrar el Día Internacional de la Danza, en la que el alumnado de la especialidad de contemporánea invade nuestro espacio por completo y paraliza nuestra actividad habitual por unos minutos, convirtiendo la biblioteca en un escenario efímero.
En la primera edición de 2024 bailaron alumnos y alumnas de 3º y 4º grado de danza profesional y en 2025 de 5º y 6º, coordinados por la jefa de departamento de danza contemporánea Angie Pasiecznik y las profesoras Paula Lamamié de Clairac y Tatiana Chorot. Se organizaron dos pases en la misma jornada atrayendo alrededor de 200 personas en cada edición.
También colaboramos con la compañía y escuela Tejido Conectivo, con los que realizamos performances esporádicas durante todo el año, y que hemos conseguido exportar a otras bibliotecas e instituciones, como la biblioteca San Fermín, el Museo de Historia de Madrid y el Museo de Arte Contemporáneo Conde Duque. En estos live-acts la improvisación y la espontaneidad juegan un papel fundamental, invitando a los usuarios y usuarias a parar, reflexionar y disfrutar del arte de manera casual.

Miguel Ángel Punzano y Andrea Amor, con todo su equipo, traen a la biblioteca bailarines internacionales que crean piezas independientes adaptándose a distintos espacios. Nunca sabemos en qué parte de la biblioteca van a bailar y es la melodía de una intérprete de clarinete bajo la que va guiando al público en un recorrido entre las diferentes coreografías.
Lo que pretendemos es, a través de estas colaboraciones, acercar la danza al público general, que muchas veces desconoce o ve difícil el acceso a este tercer arte, y difundirlo para que en el futuro sea el público el que se acerque a la danza.