La verja de la diosa Cibeles
La fuente de Cibeles estuvo rodeada por una verja durante casi cincuenta años.
El paradero de esta verja fue un misterio hasta finales del siglo XX, fecha en la que los cronistas de Madrid descubrieron el lugar en donde se encuentra esta vieja verja de hierro forjado.
La Cibeles, como se conoce popularmente a esta fuente en Madrid, pertenece al proyecto de remodelación urbana del “Salón del Prado” promovido por el rey Carlos III a finales del siglo XVIII. Formaba parte de una serie de esculturas esculpidas con motivos mitológicos clásicos y se ubicó, junto con las fuentes de Apolo y Neptuno, a lo largo del paseo del Prado.
Ventura Rodriguez (1717-1785) arquitecto real y Maestro Mayor del Ayuntamiento de Madrid realizó el proyecto entre los años 1772 y 1782. Los artistas encargados de su ejecución fueron Francisco Gutiérrez (figura de la diosa y el carro), Roberto Michel (los leones) y el adornista Miguel Ximénez.
La primera ubicación de la fuente de Cibeles fue frente al palacio de Buenavista, al principio del paseo de Recoletos y mirando hacia la fuente de Neptuno. En esa primera etapa no tenía verja ya que su uso era público, abastecer de agua a vecinos y aguadores. Tenía dos caños de agua y un pilón para las caballerías.
En el año 1895 se trasladó el monumento al centro de la plaza y se cambió su orientación a la actual, mirando la diosa al primer tramo de la calle Alcalá.
Este proyecto del arquitecto municipal José López Salaberry recibió el rechazo frontal de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de gran parte de los ciudadanos madrileños.
Este año la fuente también dejó de tener uso público con la llegada del Canal de Isabel II y el ayuntamiento procedió a rodearla con una verja.
Por esta razón también se retiraron los caños que habían estado surtiendo de agua la fuente: un oso y un grifo (animal fabuloso, mitad águila, mitad león) que actualmente se encuentran en el patio del Museo de los Orígenes de Madrid.
La verja permaneció mucho tiempo alrededor de la fuente, incluso durante la Guerra Civil cuando los sacos terreros estaban protegiendo la escultura de los bombardeos. Pero poco tiempo después el ayuntamiento decidió retirar la verja: el aumento del tráfico en la zona dificultaba el acercamiento de los peatones por lo que ya era innecesaria, añadiendo al conjunto una zona ajardinada que rodeó la fuente por completo.
Y aquí comienza el misterio. La pista de la histórica verja se perdió y hasta finales del siglo pasado no se sabía que había sucedido con ella.
Ahora sabemos que se encuentra rodeando el recinto del Escuadrón y Banda Municipal del Ayuntamiento de Madrid, en el nudo de la M-30 a la altura del Puente de los Franceses.
Pero esta historia no acaba aún, los expertos comprobaron que la verja no estaba completa y sus investigaciones les llevaron hasta la localidad de Torres de la Alameda.
Allí descubrieron que el trozo de verja que faltaba adornaba la ventana de la casa Falcón en la calle Mayor número 10. Este trozo de verja fue comprado a un chatarrero en los años 60 del siglo XX por la familia Falcón y se trasladado a este pueblo madrileño, para, una vez debidamente cortado, proteger las ventanas de esta casa solariega. Y allí sigue.
Después de tantos años ya podemos contar qué fue de la verja que estuvo protegiendo a la diosa durante tanto tiempo.
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