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El programa Educación de calle fomenta la práctica regular de deportes de contacto. Con ello se impulsa un desarrollo físico y mental robusto. La exigencia física de estas disciplinas mejora la resistencia, la fuerza y la agilidad, al tiempo que fomenta la concentración y la toma de decisiones rápida. La combinación de habilidades motoras y cognitivas hace que los menores, adolescentes y jóvenes se beneficien de un entrenamiento que se traduce en un cuerpo y menta fuertes.

Dichos deportes se practican en equipos y ofrece a nuestros menores, adolescentes y jóvenes la oportunidad de desarrollar habilidades sociales sólidas. La comunicación efectiva, el trabajo en equipo y la cooperación son aspectos clave que se refuerzan en este entorno. Estas habilidades se trasladan a la vida diaria, facilitando la interacción con compañeros y compañeras, amigos y futuros colegas.

Enfrentarse a desafíos en el entorno competitivo seguro de los deportes de contactos, desarrolla una resiliencia notable en los jóvenes. Las victorias y derrotas en el campo de juego les enseñan a manejar el éxito y el fracaso, fomentando la capacidad de recuperación ante situaciones adversas. Esta resiliencia se convierte en una habilidad valiosa que se aplica no solo en el ámbito deportivo, sino también en la vida diaria.