Galdós en el Retiro
La historia del monumento a Galdós es el homenaje de Madrid al escritor pero también la historia de una amistad incondicional entre el joven escultor Victorio Macho y Pérez Galdós.
Desde finales del siglo XIX los parques y las plazas de las ciudades empiezan a albergar grupos escultóricos, estatuas y monumentos de hombres ilustres, en la idea de que el paisaje urbano puede servir para honrar su memoria y tener una función ejemplificadora. En Madrid la mayoría fueron colocadas en el parque del Oeste y en el parque del Retiro.
En ese contexto se gestó el monumento a Don Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria 1843 - Madrid 1920) quien retrató en sus novelas las clases sociales madrileñas, la descripción metódica de la propia ciudad y la historia de España. Por ello es considerado el gran escritor realista de los siglos XIX y XX.
Cuenta Victorio Macho en sus memorias, como visitaba a Galdós en la Villa de San Quintín en Santander donde el escritor, ya anciano, pasaba largas temporadas. Es allí cuando le propone hacerle un busto que una vez finalizado manda a Madrid y que será publicado en la portada de la revista “La Esfera”. La idea del monumento se fraguo en la inauguración de la Editorial y librería Mateu, en Madrid, cuando Emiliano Ramírez Ángel, los hermanos Álvarez Quintero y González Blanco, proponen al escultor la realización de un monumento a Galdós en la rosaleda del Retiro. Partiendo de la aceptación de Victorio Macho, quien no cobraría por los trabajos, se abrió una suscripción popular para sufragar los gastos del material y se creó una Comisión ejecutiva del monumento a Galdós.
A partir de aquí el escultor y el escritor se ponen a trabajar en el estudio de las Vistillas. Primeramente se realiza un modelo en barro, que actualmente está en el museo Victorio Macho de Toledo, una vez finalizado se sometió a la aprobación de la Comisión. Tras su beneplácito, se traslada el bloque de piedra al parque del Retiro donde es labrada por el escultor.
La estatua realizada en piedra dorada de las canteras de Floresta, de Lérida, representa al escritor como una imagen cotidiana que tantas veces había contemplado Victorio Macho, sentado y cubierto con una manta, aunque esta vez la butaca en sustituida por un trono. El trono tiene en los brazos dos leones labrados que en la parte posterior sostienen una corona de laurel, símbolo del triunfo. El rostro y las manos del escritor están cincelados con gran realismo y la figura en general plasma la sencillez que siempre valoró Victorio Macho en Galdós. Sobre los bloques de granito del pedestal figuran los rótulos – Episodios Nacionales-, -Teatro-,-Novelas contemporáneas y al frente su nombre.
Situada en la glorieta de Pérez Galdós cerca de la rosaleda del Retiro fue inaugurada con toda solemnidad el 19 de enero de 1919, al acto acudió el propio Galdós aunque con las facultades físicas muy mermadas. La obra consagro a Victorio Macho como un gran escultor contemporáneo, iniciando una carrera imparable que lo convierte en un escultor reconocido.
En 1919 el Ayuntamiento de Madrid, tomando como referente modelos de otras ciudades europeas, y con el objetivo de facilitar el acceso de los libros en espacios públicos, a todos los ciudadanos, creo el Servicio de Bibliotecas Circulantes y de los Parques de Madrid, bajo la responsabilidad de Victor Espinós, bibliotecario municipal. Estas bibliotecas se diseñaron con un cuerpo central que tenía unas estanterias para albergar los libros. En un primer momento fueron abiertas pero posteriormente se les colocó un cierre metálico y se puso al frente un funcionario para realizar los préstamos.
En octubre de 1919, meses antes el fallecimiento de Galdós, se instaló una dedicada al escritor cerca de su monumento, los ejemplares de la misma eran la obra del escritor. Esta biblioteca todavía permanece en pie, tras una restauración que se realizo en 1994.