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Ganadoras y ganadores del V Concurso de Microrrelatos: Casas

Estos son las ganadoras y los ganadores de nuestro V Concurso de microrrelatos dedicado a las casas, celebrado en 2013.

GANADOR

Preparativos para un descanso imperioso (Gustavo Eduardo Green)

Dobló su oreja derecha en cuatro partes. Acható su nariz empujándola con el dedo índice. Plisó su cabeza como un pañuelo. Hundió en su mano los dedos, uno por uno. Ocultó dentro del ombligo sus partes pudendas. Dobló su cintura. Redujo una de las piernas en sucesivos dobleces hasta llegar al tronco. Comprimió los glúteos. Ágilmente se aferró con la mano a la manija del cajón y contrajo -como un fuelle- su otra pierna. Exhaló, vaciando los pulmones. De esta manera, finiquitada la operación, pudo descansar en el cajón de la mesita de luz de un apartamento sin cama.

2ª CLASIFICADA

Intemperie (Susana Revuelta Sagastizábal)

No exagero al afirmar que permanecí oculto una eternidad en mi universo de piedra. Durante siglos nadie vino a molestarme. Más tarde algunos trataron de perturbar mi paz, pero fueron abandonando la tentativa, quizá no me intuyeron. Entonces llegó aquel hombre obstinado y empezó a dar martillazos. Poco a poco fue retirando el mármol que me protegía hasta dejarme al descubierto, totalmente desnudo. Hoy todos ensalzan mi belleza, pero yo me mantengo alerta: cuando oscurece y me quedo solo en la galería, desciendo del pedestal y practico con la honda: Goliat podría aparecer en cualquier momento.

FINALISTAS

El terremoto (Javier Revilla Cuesta)

Se despertó sobresaltado. Una fortísima sacudida zarandeaba su cama como si fuera la de la niña de El Exorcista. No sólo su cama, las paredes de su dormitorio también se movían. “Un terremoto”, pensó, pero en apenas un instante el movimiento había cesado dejando tras de sí una notable inclinación de las paredes. Aterrado salió fuera para intentar averiguar qué había pasado. Entonces comprendió. Junto a su casa, habían arrancado la casa de Papá Pitufo, la del Pitufo Gruñón y otras de la aldea que aparecían amontonadas en un gigantesco recipiente de mimbre. “¡Maldita temporada de setas!”, protestó.

Chup, chup (Mª Teresa Rodríguez Mendoza)

Chup, chup, chilla el puchero en el chalé Los Chopos de Conchita Chinchilla, su marido checo, sus chiquitines y su chucho Chicho anunciando chaparrón. Cochinillo y champiñones pochados. La chalada cuchara rechaza la mano de Maruchi, la chica chilena y cae creando un charco donde Chelo chapotea. La chiquitina choca con Chema. ¡Chorlito! Llenándolo de churretes. El chupete, de chiripa, pasa a ser chupado por el cochinillo. Conchita Chinchilla llega al chiringuito. Huele a chamusquina. Los ojos le hacen chiribitas. Un chirimiri chafa al chafardero chucho. Pero, ante los chubascos… ¡chapó! se chuta una copa de champán. ¡Chin, chin!

Trauma infantil (Ramón Ruipérez Gumiel)

"¿Y cómo voy a jugar yo al escondite con mis amigos?", preguntó frustrado el niño a sus padres al saber que su nuevo hogar sería aquel diáfano loft.

Un cabello humano (César Grech)

Un cabello humano, delicado, rubísimo, casi luz. Me encaramo a él y atisbo la cabeza, el cielo. El sol me ignora, y me aburro y me zambullo por un rizo, vertiginoso hasta la piel. Me tiendo y abro otra minúscula brecha que mana sangre fresca, sangre que sabe a álgebra, a metáfora, a simetría. En ese instante mi mente se contagia y sé cantar, y entiendo la hipotenusa o los versos tristes, pero enseguida la digiero y todo se desvanece en un estupor creciente, y vuelvo a ser un anónimo piojo que vive en un cabello humano.

Rubias vs. morenas (Iratxe León Ferreiro)

¡Estoy harta de las rubias! Parece que por tener el pelo tan brillante como el oro tienen derecho a su castillo soñado. ¿Y qué pasa con las morenas? Yo estoy aquí, pudriéndome y compartiendo una chabola en pleno bosque con siete hombrecillos. ¿Acaso no tengo derecho a vivir más cómodamente? Aurora, Cenicienta,… todas felices y comiendo perdices. Y mientras Bella está viviendo, por obligación, con esa bestia en una mansión lúgubre que se cae a pedazos. Decidido, me voy a teñir aunque sea lo último que haga. Un momento, llaman a la puerta. Es esa adorable ancianita vendiendo manzanas…

Mi nueva vecina (Miguel Ángel Gayo Sánchez)

Llegaste de la noche a la mañana al bloque. Algunas tardes te escucho caminar ansiosa sobre mi techo. ¡Hasta puedo oler el recuerdo de tu presencia en el ascensor! Eres mi nueva vecina del apartamento de arriba y aún no nos conocemos. Lo que ocurre es que sales a pasear diez minutos antes que yo. Pero ayer me oriné en el sofá. Esta vez mi amo tendrá que sacarme un poco antes.

El incendio (V. Proaño)

Desde lo alto de su mítico balcón, Julieta gritó aterrada. En su lujoso salón, Penélope dejó de tejer y cayó desmayada. En lo profundo del bosque encantado, los siete enanitos corrieron despavoridos. En el País de las Maravillas, la Reina de Corazones huyó aterrorizada. En un lugar cuyo nombre nadie recuerda, Don Quijote espoleó a Rocinante mientras su fiel Sancho chillaba tras él. Los bomberos evacuaron a todos los vecinos excepto al joven del quinto que aún permanecía en su apartamento mirando, con profunda tristeza, cómo el fuego iba devorando sin piedad su biblioteca y convirtiendo sus libros en cenizas.

La casa que se transforma (Alba Molas Closas)

Vivo en un lugar estaño, cada mañana me levanto en una casa diferente, doy una vuelta alrededor pero antes de terminarla se transforma en otra... Es un poco aterrador pero ya me he acostumbrado. Una vez sucedió algo increíble, del cielo cayó otro como yo que sabía muchas cosas. Decía que en realidad, solo existía una casa y que el problema estaba en mi cabeza. Me contó que cuando mi cerebro no podía guardar más información, lo borraba todo y que por esta razón me parecía que estaba en una casa nueva. Él la llamó pecera.

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